jueves, 23 de septiembre de 2010

El momento más alegre en la vida de un hombre es el de la partida de un largo viaje hacia tierras desconocidas”

“Yo he sido uno de los últimos cazadores de los viejos tiempos. Tanto la caza como las tribus nativas, tales como yo las conocí, ya no existen. Los acontecimientos que yo presencié ya no pueden ser revividos. Nadie verá otra vez las grandes manadas de elefante conducidas por enormes machos de colmillos que pesaban ciento cincuenta libras cada uno. Nadie escuchará los gritos de guerra de los masai mientras sus lanceros avanzan en la espesura buscando a los leones que han devorado a sus vacas. Muy pocos podrán decir que entraron en un territorio que ningún hombre blanco había visto antes que ellos, La vieja África se ha ido y yo la he visto irse.”

John Hunter -

domingo, 12 de septiembre de 2010

El pensamiento.

Toda cosa grande, majestuosa y bella en este mundo, nace y se forja en el interior del hombre, gracias a una sola idea y a un sólo sentimiento. Todos los acontecimientos verdaderos y positivos que nos legaron los siglos pasados, fueron, antes de realizarse, una idea oculta en la razón y en la mente de un hombre o un sentimiento sutil en el corazón de una mujer.
Los acontecimientos bélicos y las guerras dolorosas, que destruyeron tronos y derrumbaron reinos, surgieron de una idea absurda en la mente de un solo hombre.
Las enseñanzas sublimes que transformaron el curso de la vida humana son inclinaciones románticas en el espíritu de un solo hombre que, por su genio, se le considera extraño a su ambiente. Una sola idea erigió las Pirámides; un sentimiento fatal destruyó Troya; una sola palabra incendió la Biblioteca de Alejandría y un ideal fecundo creó la gloria del Islam.
Un pensamiento que se apodera de nosotros en la quietud de la noche nos conduce a la gloria o a la locura. La mirada lánguida y serena de una mujer nos convierte en el más feliz de los hombres o el más desgraciado. Una palabra puede convertirnos en ricos después de la pobreza y en paupérrimos después de la opulencia...

Una sola palabra pronunciada por Salma, en aquella noche serena, me colocó entre mi pasado y mi futuro, cual embarcación entre la profundidad de los mares y las cimas del espacio.
Una palabra significativa me despertó del sueño de la adolescencia inexperta y solitaria y condujo mis días por un nuevo sendero hacia el mundo del amor, donde se reúnen la vida y la muerte.
- Gibran Jalili Gibran -

miércoles, 8 de septiembre de 2010

La gran aventura es siempre el viaje.

El planeta ya no guarda rincones vírgenes y no hay ningún territorio desconocido para el hombre. Ya no se puede viajar para explorar.

Se viaja ahora, en todo caso, para perseguir una idea que alentaste, o para sentirte a ti mismo pisando el lugar que has soñado ver.

Pero el viaje puede seguir siendo aventura por que aventura es el recorrido de los sueños. Y el sueño es la naturaleza que conforma al corazón del hombre. Su destino es cumplirlos.

Creo que hay que viajar siempre, ponernos a prueba ante lo inesperado, ver y sentir sobre lo que hemos imaginado. Y luego escribirlo, para que otros sueñen, para mantener viva la ficción del existir y el anhelo de eternidad.

Creo que el ojo del hombre debe ver las cosas por sí mismo, respirar con sus propias narices los aromas de las plantas, de los animales y de los otros hombres; tocar con sus manos de los hombres de otras culturas, pisar con sus propios pies las tierras más lejanas. El alma del hombre tiene que recuperar la pasión por la aventura y no esperar a que se la sirvan en la pantalla de un televisor o en el cine. Y la gran aventura es siempre el viaje.

Deberíamos viajar sin tregua y alentar en nuestro pecho un corazón mzungu.

martes, 7 de septiembre de 2010

Mzungu.

Me gustaba la idea de ser un mzungu, me gustaba pensar que la vida puede reducirse a eso: viajar sin rumbo fijo, sin el propósito de llegar a ninguna parte.
Ahora me daba cuenta de lo hermoso que es viajar sin un destino concreto. Había ido a África en busca de mis sueños infantiles y había encontrado un sueño nuevo: vagar. Determiné que debía cumplirlo y volver algún día a África para viajar dando tumbos de un lado a otro.
Al poco, los rujidos del león volvieron a oírse en las profundidades de la noche africana. No sentía ningún miedo.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Caminante no hay camino.

Sólo existe una manera más agradable de viajar que a caballo: a pie. Se emprende la marcha cuando se place; se detiene según su voluntad, se esfuerza poco o mucho, según se desee. Se observa todo el país... No preciso tomar senderos desbrazados ni carreteras cómodas. Paso por todas partes por las que pasa una persona, veo todo lo que puede ver una persona y, puesto que dependo únicamente de mí disfruto de toda la libertad de la que puede gozar una persona.

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.