martes, 16 de agosto de 2011

Literatura.

La humanidad ha perdido grandes cosas en su largo viaje de siglos a caballo de la intransigencia, el odio, la guerra y el fundamentalismo. Quemar libros ha sido una de las pasiones favoritas de los hombres atacados por la fe ciega. Y también de aquellos que han detentado un poder político sostenido sobre el pensamiento único. Y aun arden libros en el mundo cuando el atroz nacionalismo decide imponer la razón suprema de la sangre por encima del impulso de la libertad.

La literatura es siempre el gran enemigo de la intransigencia religiosa, el absolutismo político y la barbarie nacionalista. Peor que los ejércitos del adversario, más dañina para un tirano que un bombardeo atómico. Por eso la literatura tiene algo de redentora, es quien nutre el alma de fe en la libertad y la justicia. Ninguna ideología, ninguna religión, ni siquiera el mejor de los sistemas políticos, pueden usurpar a la literatura su hegemonía liberadora. Porque a menudo abre caminos impensados por donde escapar del caos, del horror y del desánimo. La literatura puede decirnos de nuevo que no debemos aceptar que el hombre ha muerto, como proclamaba William Faulkner.

- Javier Reverte -

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