Terminado el mundial se puede apreciar todo eso que rodea al juego, los intereses de los estados y la necesidad de crear objetivos comunes en donde tener ocupada a la sociedad, inculcando un falso sentimiento de que “somos parte” de esas victorias deportivas.
Así las calles se vestían de los colores de la selección, esa gran masa popular siempre ausente al momento de reclamar por una sociedad más justa, exigir la renuncia de tanto político corrupto o simplemente para movilizarse en la construcción de una realidad diferente. En cierto sentido es parte del desahogo, como se escucha decir tantas veces: “ante tantas cosas malas que nos pasan, salir a festejar un poco viene bien”. Y si en vez de salir a festejar salimos a cambiar todo eso que nos oprime, acaso no es mejor atacar las causas de nuestros problemas a simplemente intentar evadirlos y buscar luego motivos vanales para ser felices?
No está mal divertirse, ni festejar los triunfos deportivos, pero de esta forma muestra la verdadera mediocridad imperante y esa absoluta necesidad mal dirigida de salir a gritar a las calles ante tanto desconcierto en nuestras vidas miserables.
Esta lectura de la sociedad no escapa a las mentes de la clase dirigente, el gobierno ya tenía preparados afiches publicitarios para empapelar el país. A veces me pregunto si alguien es capaz de asociar el logro deportivo a la gestión del gobierno -quisiera creer que no-, pero la realidad demuestra que si algo hicieron bien los políticos en nuestro país es en destruir la cultura del pueblo y crear una gran clase totalmente ignorante, incapaz de siquiera plantearse estas preguntas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario