Una matrona majestuosa envuelta en túnicas empapadas de sangre. En su frente luce una dorada corona de espinos y en estos, empapada, las cabezas de los patriotas que murieron por sus países. En una mano, una honda; en la otra, una Biblia abierta en el texto “Haz a los demás…”. Asomando de uno de sus bolsillos, una botella en cuya etiqueta se lee: “Os traemos las bendiciones de la civilización”. Su collar: unas esposas y una palanqueta. Sus seguidores: a un lado
Y de allí en más, una sección para cada nación de
Al final del desfile, pancartas con la inscripción: “Todos los hombres blancos han nacido libres e iguales. Cristo murió para salvar a los hombres. Cristo murió para liberar a los hombres”.
- Mark Twain -