El maestro que necesitas no es el que te forme a su imagen y semejanza. El buen maestro es, al contrario, el que provoque en ti tu propia visión, no la copia de la suya; el que te haga descubrir por ti mismo lo que él no percibiría nunca.
No te empeñes en querer ser lo que no eres, sino alcanzar lo que eres.
No es digno eludir las batallas necesarias: hay que empeñarse en ellas, vayan a ganarse o no.
La apatía ciudadana se debe sobre todo a que las manipulaciones mediáticas les ocultan la realidad y les impiden juzgar por su cuenta, a la vez que se les asusta con el temor de perder cada cual lo que estima sus ventajas sobre otras capas sociales.
Estamos destruyendo culturas y modos de vivir lo mismo que estamos aniquilando especies biológicas. ¿Adónde nos llevará el aplastante rodillo de la cultura única en el famoso "fin de la historia"?.
¿Lealtad a quién? La debemos antes a los hambrientos que a los despilfarradores. La lealtad a los fuertes nos hace cómplices de asesinatos, pues la explotación del Tercer Mundo por las multinacionales mata con los salarios de hambre, el trabajo infantil, las medicaciones anisadas inaccesibles y todo lo demás.
Contar la realidad escondida detrás del espectáculo oficial: es decir, las victimas de las liberaciones, las destrucciones colaterales de la productividad, la manipulación de lo religioso, los disfraces de la especulación y la prostitución del lenguaje como arma de la mentira.
No eres universitario, no encarnas la ciencia, no estás a la última en el campo en que trabajas, no pretendes ningún magisterio. Pero no admites la injusticia y la explotación, no te resignas, no te sometes, no te vendes, no miras para otro lado... Sin medios, infinitésimo, acudes a morder la bota del coloso para contribuir a derribarlo, sabiendo que a él le basta un gesto para tumbarte a ti. Tú, con tu dignidad entera y verdadera, con tu candor indestructible, con tu humildad impávida.
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